Nueva vida

  -Leila. Leila, despierta. Hemos llegado.
  Me restregué los ojos con las manos y bostecé. Estaba cansada del largo viaje. Pero de repente, me acordé de dónde estaba. Me quité la manta de encima y me levanté de una salto, ilusionada. Salí corriendo del coche dispuesta a comerme el mundo. Sin embargo, me detuve en seguida a contemplar el entorno que me rodeaba. Verde, mucho verde, árboles altísimos pero no muy anchos. Se agitaban al viento causando un rumor incesante. Había otros árboles: olivos, almendros, castaños... Cerca había un lago, grande y hermoso, separado del internado por la única y no muy transitada carretera.
  El internado. Un majestuoso edificio, enorme, parecido a aquellos colosales colegios difíciles de imaginar de libros que había leído. Una alta verja metálica lo separaba del exterior, aunque no te perdías nada: tenía un inmenso jardín que bien podía ser una extensión del bosque, según el folleto también había un pequeño lago. Si había un lago, debía ser gigantesco el jardín.
  Mis padres siguieron avanzando, así que los seguí corriendo. Me puse la chaqueta: hacía frío. Llamamos al timbre, y en seguida salió a recibirnos el conserje. Se presentó, se llamaba Luis y él me enseñaría las instalaciones del edificio. Pero primero teníamos que ir a hablar con la directora del centro, María, para terminar de arreglar unos papeles y que me explique las reglas y horarios.
  Entramos en el internado. Tenía las paredes pintadas de blanco, con  puertas de madera. En el suelo había losas grises, limpias y un poco resbaladizas.  Los muebles también eran de madera: una estantería con premios, marcos de fotos que rendían homenaje a algún profesor fallecido o jubilado, o a algún alumno brillante que había llegado a la fama. Había un corcho con anuncios de todo tipo: horarios, materiales perdidos, inscripciones a clubs o a clases de apoyo por las tardes...
  Por fin llegamos al despacho de la directora. Era una mujer algo mayor, una cuarentona. Tenía el pelo marrón con algunas canas a la altura de los hombros. Aunque a simple vista no lo percibí, al acercarme a saludarla vi que llevaba lentillas. Lucía un traje compuesto por una chaqueta y una falda, ambas verdes pistacho. Una esmeralda, reluciente pero no muy grande atraía todas las miradas colgada de su cuello. El pelo tapaba sus pendientes, más al moverse un poco pude ver otras dos esmeraldas a juego, claro que más pequeñas. Era elegante, se notaba que no le faltaba el dinero.
  -Bienvenida al Internado "Ramón y Cajal", una institución que promueve el avance, y no el retroceso como está ocurriendo ahora en el gobierno. Aquí no se imparten clases de religión, ni ponemos el belén en navidad.
  Mi padre, que es lo que se considera "un buen cristiano", puso cara de disgusto. Mi madre parecía satisfecha. A mí también me gustaba la idea, así que sonreí.
  -Bueno, sigamos con esto. Primero te explicaré las reglas, por encima, después te daré el papel que tendrás que firmar comprometiéndote. Tienes prohibido salir del internado sin permiso, lo cual no creo que sea un problema debido al enorme jardín y a las pequeñas tiendas que hay por él. Algunos días podrás salir, lo verás en el horario, pero debes cumplir el toque de queda e intentar ir acompañada. Obviamente, no puedes agredir física ni psicológicamente a ninguna persona (ya sea de fuera o de dentro del centro). Si lo haces, tendrás tres avisos. En cada uno de ellos se te irán quitando privilegios, hasta que al cuarto aviso serás expulsada. Si la falta es muy grave serás expulsada directamente.
  -No se preocupe directora, no soy muy fan de las peleas -le dije.
  -Eso espero, eso espero... -respondió ella con una sonrisa-. Bueno, sigamos: el dinero. Este internado tiene su propio sistema de dinero, que sólo es válido en el centro, claro está. Según tus notas se te entregará más o menos dinero, aparte de la paga semanal si te has portado bien. La moneda se llama Cajal, también hay billetes. Lo podrás utilizar en la cantina, en las tiendas... O cambiarlo si hay alguna excursión (se os dará dinero extra para las excursiones, es por si queréis llevar algo más). Estas son básicamente las reglas, aquí tienes el papel. Leételas enteras.
  Me las leí en un momento; no eran muchas. Firmé y se lo entregué. Ella cogió unas tijeras y recortó la parte de la firma, que guardó en lo que sería mi fichero, y me entregó el resto.
  -Guárdalo en tu cuarto por si necesitas consultar algo.
  Lo cogí, lo doblé y me lo metí en el bolsillo interior de mi chaqueta. Después me entregó otro papel, plastificado, del horario. De martes a viernes tenía instituto por la mañana, el resto de días serían para realizar otras actividades. Guau. Cada vez me gustaba más el internado. Tenía instituto de nueve a tres. No había hora para levantarse como en otros internados: cada alumno debía despertarse cuando viera necesario. "Así mejoramos la autonomía del alumno", dijo la directora. "Si no después saldréis de él y no podréis despertaros solos". Tenía razón, a mi parecer. Había un despertador en mi habitación.
  -Pero, ¿no despertaré a mi compañera de habitación si me levanto antes? ¿O ella a mí?
  -¿Compañera? No chica, cada persona tiene su propia habitación, con su propio baño, No reparamos e gastos para nuestros pequeños Einstein -dijo, guiñando un ojo. Madre mía. Esto era genial-. Otros internados no hacen más que dar clases de refuerzo y de apoyo por las tardes, o poner horas para hacer los deberes. Nosotros, como ya he dicho antes, queremos fomentar la independencia del alumno. Dejamos las tardes libres, cada alumno podrá ir a merendar cuando le apetezca. Tendrá una merienda gratis, si quiere tomar algo más tendrá que pagarlo con Cajales. Podéis ir a hacer la tarea y a estudiar cuando queráis, claro que si necesitáis algún tipo de ayuda lo decís. También tenemos clases extra escolares, a las que no es necesario apuntarse. ¿Una tarde te apetece jugar al tenis? ¡Juega al tenis! ¿Otra al fútbol? ¡Juega al fútbol! ¿Otra no te encuentras demasiado bien y no te apetece hacer nada? ¡Pues ve al jardín y lee un libro! Es mejor que tengáis independencia, de todas formas haréis Educación Física en horario escolar. Hay piscina cubierta, y caballos. También hay un auditorio por si lo que quieres es tocar un instrumento, y una sala de juegos para descansar un rato. Allí hay todo tipo de vídeojuegos, no creemos que vayáis a ser más violentos sólo por jugar al GTA. Una vez dicho esto, puedes marcharte con Luis. Si tienes más dudas, ahí tienes el horario. Míralo después.
  Nos despedimos de ella y salimos del despacho. Miré a mis padres, muy contenta e ilusionada, y les dije que les quería un montón. Ellos sonrieron, divertidos. y nos dimos un abrazo. Después vimos a Luis y fuimos hacia él.
  -¿Vamos? -preguntó el conserje. Yo asentí con la cabeza, y él comenzó a andar. Le seguimos.
  Me enseñó todo el edificio, lo que sería mi cuarto, y me entregó la llave. La piscina, las pistas deportivas, un poco del jardín, las tiendas, las clases... De vez en cuando veía a algunos alumnos, no se habrían ido a sus casas por vacaciones. Me miraban intrigados, y yo les sonreía tímidamente.
  Por fin terminamos la visita, y volvimos al despacho. Allí me despedí de mis padres con un montón de besos y abrazos. Mi padre incluso lloró.
  Cuando se fueron, no sabía muy bien qué hacer. Estaba allí plantada, con mi maleta, mi horario y la llave de mi habitación, mirando hacia la puerta por donde se habían ido mis padres hacía unos instantes.
  -Si quieres, puedes ir a tu habitación y acomodar la ropa -me dijo la directora. Yo asentí, ruborizada por haberme quedado en el despacho tanto tiempo. Iba a salir por la puerta cuando me llamó-. Espera, Leila. Las clases empezarán el próximo lunes. Este fin de semana empezará a llegar la gente, no seas muy tímida y acércate a ellos. Si no consigues hacer amigos antes, cosa que no veo muy probable, no te preocupes, en clase seguro que harás amistades. Mucha suerte, espero que te lo pases muy bien en el Internado Ramón y Cajal.
  Asentí con la cabeza y me marché. "Yo también lo espero" pensé, mientras recorría el pasillo que me llevaría a mi habitación. Yo también lo espero...

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