Superdotada


 Dejé que mis padres se acercaran a mí. No estaban enfadados, lo cual me sorprendió, pero sí parecían un poco preocupados, lo que me parece normal; y algo tristes. Quizás me había pasado con todo lo que les dije, igual no me enviaban al internado por eso, igual habían decidido que tenía muy mal comportamiento y tenía que ir al internado, igual... Bueno, no importaba, ya estaban aquí y quería escuchar lo que me tenían que contar.

  -Te has pasado con lo que nos dijiste antes. Pide perdón -dijo mi madre, intentando parecer enfadada, pero no lo conseguía. La conocía lo suficiente como para saber qué gestos hacía y por qué los hacía.
  -Perdón -dije, poniendo mi mejor cara de actriz-. No iba en serio, pero es que no entiendo por qué me queréis llevar a un internado...
  -Ya lo sabemos Leila, sabemos que no iba en serio. Te conocemos -me aseguró mi padre.
  -¿Y por qué estáis tristes entonces? -pregunté, confundida. Creía que mis palabras les habían sentado mal...
  -Por que te tengas que ir a un internado -contestó mi madre. Osea, que de verdad les apenaba que me marchara. Les iba a preguntar que por qué me mandaban entonces, pero no me dejaron continuar.
  -Verás, cuando te dijimos lo de la orientadora ya saltaste, y no pudimos contarte lo que nos dijo. ¿Te acuerdas por casualidad de un examen extraño que os hicieron? -me preguntó mi padre.
  -Ah, sí, en tutoría. Fue muy raro porque, ¿quién hace exámenes en tutoría?
  -Era un test de inteligencia -aclaró mi madre.
  Me quedé muda. ¿A dónde querían llegar a parar? Tenía ciertas sospechas: una, que fuese de una inteligencia inferior a la media y tuviese que estudiar en un sitio especial; y la otra... No, no quería hacerme ilusiones. Decidí dejar de calentarme la cabeza y preguntar, para romper de una vez ese incómodo silencio.
  -¿Y...? -pregunté, esperanzada (aunque poniendo cara de no entender nada que, de alguna manera, era así).
  -Tienes una inteligencia superior a la media, Leila. Muy superior -mi padre miró a mi madre, orgulloso. Ahora sí que me quedé muda-. Por eso te aburres tanto en clase; no necesitas tanto tiempo para comprender las cosas. Podrían adelantarte de curso, pero eso solía traer problemas para las amistades, y quizás no te fuera bien. Nos enseñó un folleto de un internado para gente como tú, donde nadie te llamaría rara ni nada de eso. Lo pasamos muy mal, no queríamos que te fueras, pero pensamos que era lo mejor para ti. Aun así queríamos preguntarte, después de explicarte todo, ya que tu opinión debe ser la definitiva.
  -¿Y no es muy caro el internado? -pregunté. Un internado así debería ser carísimo, no creía que mis padres pudieran permitírselo y, en el caso de que lo hicieran, yo viviría como una reina mientras ellos subsistían a duras penas. No quería eso por nada del mundo.
  -Nos han dado una beca -contestó mi madre, muy ilusionada y orgullosa.
  Guau. No me lo podía creer. Que mi vida cambiase dependía de lo que decidiese en ese momento, si no concederían la beca a otra persona. Podría decir que sí, y mi vida cambiaría: ya no me aburriría, haría nuevos amigos y seguro que me lo pasaba genial. También me parecía emocionante vivir sin mis padres, tomar mis propias decisiones...
  Pero... No quería separarme de ellos, y con mis amigos también me iba bien. ¿Cambiarían las cosas si me subieran de curso? Y mi casa, mis cosas, mi barrio... Me encantaba todo.

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  ¿Qué harías si fueras Leila?
-Si quieres ir al internado, ve a "Nueva Vida".
-Si quieres quedarte en tu casa, ve a "Derrumbe".

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